Sanando la madre
- Ana Mirtha Vargas
- 6 jul 2019
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 12 jul 2019
Por Ana Mirtha Vargas
Evocar historias familiares puede provocar dolor que muchos prefieren rehuir enfrentar y seguir culpando y cargando con el peso de situaciones no resueltas, traumáticas que quedan soterradas en el subconsciente afectando el bienestar emocional, desempeño social, desarrollo financiero; resulta sabio sanar y soltar, evitar resistir cargas insostenibles que terminan encorvando a la persona que lo tolera. Somos la consecuencia de una cadena de experiencias.
La personalidad, las limitaciones, miedos, baja autoestima son producidas por creencias que viajan de generación en generación, heridas se hacen presente en la forma en que nos relacionamos y encaramos los desafíos cotidianos.
Sanar los vínculos con los padres y esclarecer lo tomamos de ellos resulta en un mayor bienestar. El lazo con madre es esencial, aún si sufriste por una madre tóxica y egoísta, si experimentaste abandono físico o emocional, no te toca juzgar, ella también trajo su propia carga y se manejó lo mejor que supo, también vivió sus situaciones no resueltas. La mirada que tenemos de la madre es la forma en que enfrentamos la vida. Mientras rechacemos sanar esta relación estaremos propensos a repetir conductas similares.
La percepción de lo ocurrido cambia regularmente cuando trabajas con un terapeuta. No se trata de que te regodees con las heridas, sino que las mires desde el amor, las entiendas, sanes y liberes el impacto negativo que tiene en tu vida hoy. Además, de tu progenitora traes la vida. Amor y gratitud para ella por tu existencia.

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